domingo, 30 de septiembre de 2012

Detalles de Q

Hace ya unos años asistí a un proceso de selección que incluyó una entrevista con algunos directivos de la organización que ofertaba el puesto. Todo transcurría por el cauce de lo previsible hasta que alguien preguntó ¿Si tuvieras que despedir a alguien, lo harías? Si, siempre que esa sea la solución, contesté.


El agotador primer mes culminó con una carta dirigida al conjunto de clientes en la que expresamente nos comprometimos a culminar la gestión de cobro de sus honorarios profesionales, pues en eso consistía uno de nuestros servicios, en un máximo de 8 días naturales desde la recepción del encargo. (hasta entonces el plazo medio de cobro superaba los 60 días) Cuando digo que nos comprometimos lo hago para referirme a que los cinco empleados que componíamos entonces la plantilla así lo hicimos. Nos comprometimos y lo cumplimos, ya lo creo que cumplimos.

Aquella carta que enviamos a todos los clientes me llevó a mi siguiente trabajo, o mejor, aquella carta llamó la atención de un cliente que reparó en ella y tras comprobar que lo comprometido se cumplía, a la vuelta de un tiempo, me contrató. Fue entonces cuando yo conocí la secuencia de hechos que ahora describo.

Hace unos meses tuve la ocasión de conocer un poco mejor a una persona con la que coincido con cierta frecuencia. Conversando con "Q", así lo llamaré en este post, supe que se graduó en una universidad de su país y que compatibiliza su actual trabajo, que nada tiene que ver con su formación, y que conozco es duro y exigente, con los estudios universitarios que sigue en la UNED. 

De él escuché lo siguiente: Aunque me tuviera que ir de España con lo que vine, si consigo el título universitario acá, en España, me llevaré un tesoro. Hago lo que aprendí de mi hermano que pese a tener que trabajar para ayudar en casa acabó sus estudios universitarios.  


Sin saberlo "Q" ha mandado una carta como hice yo. 


Todos sin excepción, todos comunicamos continuamente ¿Cómo somos? ¿Cómo nos comportamos? ¿Cómo reaccionamos? Los detalles, las cartas, forman parte de la comunicación y para quiénes observamos son llamadas de atención que unas veces son puro artificio, pero otras muchas no. 


Todo esto lo traigo a colación pues en definitiva el emprendedor, como el empleado, como el desempleado buscan su oportunidad y, a veces, más de las que creemos, es la oportunidad la que viene a buscarte a ti. 


La reflexión estaría incompleta si pensáramos que la clave está en los detalles. No es así, la clave está en lo que une cada detalle con el siguiente. Ese vínculo se llama trayectoria.


Por cierto, no hubo que despedir a ningún empleado de aquella empresa de la que os he hablado. Despedir no era la solución.





García Rioboó & Garboó Riocía 

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